Me gustan los rincones solitarios cuando el sol se pone, que el viento me toque la cara y recordar cuando era niña, cuando corría con los brazos abiertos por la playa y jugaba con otros niños sin preocupación.
Me gusta cerrar los ojos y soñar que estoy en Cuba, que mi patria es libre y que mi pueblo se reconstruye como nación, por fuera, pero sobre todo por dentro y que las niñas vuelven a jugar a las muñecas.
Me gustaría recorrer el mundo entero y no me cansaría nunca de buscar rincones y de sentarme a hablar en las veredas de los pueblos con cualquiera que pinte canas.
Mi espíritu libre no quiere ataduras.
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