Cada día el mismo sentimiento hierve en mi mente, la misma duda bajo la furiosa lluvia lacerante, mi misma vieja tristeza en el patético y recurrente mundo gris de frío y oscura soledad. Golpeo mi pecho al ritmo de tu intermitente recuerdo. Es tan desbordante este sentimiento, que tengo miedo de buscar las palabras precisas para llorarte. Presiento en mi dolor un abismo tan grande y en él una oscuridad de naturaleza enferma, que temo asomarme y que ante mis ojos se revelen mis fantasmas y me maten.
Hay tanto licor en mi sangre justo ahora, bebo la amargura de un liquido traslucido pero mi amargura es turbia y no tiene contención. No se de donde brota de mi tanto silencio y por qué hay tanta rareza en mi amor. Es anormal e ilógico que piense en ti, pero compartiría mi fe... Si tan sólo estuvieras conmigo.
Quiero despertar, abrir mis ojos y que entre la luz, quiero levantarme con todas mis piezas y que el mecanismo funcione. Estoy abatida, he luchado tanto, he sido tan paciente. Tu eres tan profundo e intelectual, pero yo estoy demasiado cansada y triste para tratar de entenderte y más aun, derribar tus murallas. He besado tantas veces tu pared, tengo llagas en el cuerpo de tanto que quise abrazarte.
Otra vez me derribaste con tu arrogante manera de conseguir lo que quieres y tus fugaces sacudidas... Sobre todo tus fugaces y ansiosas sacudidas.
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