El 19 de mayo una escuadra espanola oculta por la hierba sorprende a Marti con una emboscad y cae herido el Maestro por tres disparos. Apenas Maximo Gomez conoce la terrible noticia intenta infructuosamente rescatarlo. Una patrulla encuentra, seegun algunas versiones, el cuerpo y el cubano Antonio Oliva al hallarlo aun en vida le asesta el tiro mortal. Identificado el cadaver, Marti es atado a un caballo y conducido al poblado de Remanganaguas.
Máximo Gómez escribirìa sobre la muerte del Apòstol en su diario:
“Se arengó a la tropa y Martí habló con verdadero ardor guerrero; ignorando que el enemigo venía marchando por mi rastro y que la desgracia preparada a nosotros y para Martí, la más grande desgracia. (...) Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del alzamiento “
Un día después el cadáver de José Martí es enterrado si ataúd en una fosa común. El general Gómez escribe una carta pidiendo razón en Martí, o su resto, pero Ximénez Sandoval jamás responde.
El 21 de mayo, enterada de la muerte de Martí, la comandancia española en Santiago de Cuba envía al médico Pablo Valencia a Remanganaguas parta exhumar, identificar y preparar el cadáver para su traslado. Días más tarde, su cadáver, en grosero ataúd con ventana al rostro, llega a Palma Soriano y durante varias horas es colocado en el parque del pueblo para exhibición pública.
El 26 de mayo a las 6 de la tarde llega en tren el cuepo exánime de José Martí a Santiago de Cuba, esa noche es trasladado al cementerio de Santa Efigenia. Ante una muchedumbre silenciosa de cubanos, el coronel español Ximénez Sandoval, jefe de la columna que le dio muerte, despide el duelo a primeras horas de la mañana.
Què dolor aprehender leyendo estas lìneas del humillante tratamiento que recibiera a su muerte el mejor hombre de Cuba, el màs puro y valiente. La maldad e ignorancia de sus asesinos habrà sido pagada en los Cielos. Honra eterna a nuestro José Martì.
Máximo Gómez escribirìa sobre la muerte del Apòstol en su diario:
“Se arengó a la tropa y Martí habló con verdadero ardor guerrero; ignorando que el enemigo venía marchando por mi rastro y que la desgracia preparada a nosotros y para Martí, la más grande desgracia. (...) Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del alzamiento “
Un día después el cadáver de José Martí es enterrado si ataúd en una fosa común. El general Gómez escribe una carta pidiendo razón en Martí, o su resto, pero Ximénez Sandoval jamás responde.
El 21 de mayo, enterada de la muerte de Martí, la comandancia española en Santiago de Cuba envía al médico Pablo Valencia a Remanganaguas parta exhumar, identificar y preparar el cadáver para su traslado. Días más tarde, su cadáver, en grosero ataúd con ventana al rostro, llega a Palma Soriano y durante varias horas es colocado en el parque del pueblo para exhibición pública.
El 26 de mayo a las 6 de la tarde llega en tren el cuepo exánime de José Martí a Santiago de Cuba, esa noche es trasladado al cementerio de Santa Efigenia. Ante una muchedumbre silenciosa de cubanos, el coronel español Ximénez Sandoval, jefe de la columna que le dio muerte, despide el duelo a primeras horas de la mañana.
Què dolor aprehender leyendo estas lìneas del humillante tratamiento que recibiera a su muerte el mejor hombre de Cuba, el màs puro y valiente. La maldad e ignorancia de sus asesinos habrà sido pagada en los Cielos. Honra eterna a nuestro José Martì.
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