miércoles, 31 de agosto de 2011

Castro muerto, llevatelo viento de agua

Por Amel Olivares
Mi abuela, mujer sabia y serena, apegada a la bondad de las almas sencillas, me hizo descubrir años atrás un sentimiento: la compasión. 
Cuando el dolor se volvió insoportable, arrasador, y desbordando mi cuerpo de adolescente se fue convirtiendo en rabia, esa mujer detuvo el torrente salvaje de mi ira y evito que se transformase en odio, revelándome con una sonrisa el misterio de la piedad. Piedad por castro? Difícil empresa, mas salvo mi ser nuevamente del odio, sin privarlo, eso si, del total desprecio.
Allá en el infierno agitados vociferan los impíos, y segura estoy que lo acogerán como merece.
En su lecho el asesino tiemble desesperado porque se aproxima la hora de pagar la cuenta con sus victimas. La compasión me sobrecoge mas no por el tirano sino por mis muertos, por el amigo que nunca mas vi. Por mis hermanos de lucha caídos, por los que perdieron la razón, por mis padres, por mi misma, por todo mi pueblo, por la patria destrozada y en agonía. 
En sus últimas horas recuerde el dictador el rostro sombrío de su madre, la tragedia de aquella mujer que llevaba idéntica sangre en sus venas y la que negó el perdón de un hijo.
No lo absuelvo, ni lo hará la historia. Lo condenare eternamente y jamás pronunciare su nombre, mancillaría mis labios! 
No pediré la paz de su alma por respeto a nuestros jóvenes enviados como victimas sacrificales a la África hostil, en una guerra intencionada exclusivamente en ganar nuevas zonas de influencia, la ambición imperialista de los amos soviéticos era insaciable a la par que inconmensurable y la índole hetaira del tirano irrefrenable.
Prefiero honrar a nuestros mártires y rendir tributo al recuerdo de nuestra inocencia violada, quedare indiferente a la tribulación del monstruo barbudo, en mi piel aun sangran las profundas cicatrices de la renuncia y la forzada separación, las heridas que me ha infligido no sanan, son la voz de mi consciencia que no encuentra paz porque el templo fue derrumbado. 
Hoy como tantos cubanos que comparten mi suerte solo puedo gritar grito a voz de cuello: llévatelo viento de agua! Viva cuba libre. Abajo la dictadura castrista!

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