Los términos jicaque o xicaque son términos peyorativos pues en la lengua quiché significa “caníbal, indomable o indio salvaje”. Durante mucho tiempo ese término se ha usado en México para nombrar a los nativos provenientes de Honduras y también se ha usado más ampliamente para nombrar a cualquier grupo no-converso u hostil de la zona hacia el sur, de Guatemala, hasta Nicaragua y Costa Rica.
Los xicaques o tolupanes como también se les conoce son un pueblo indígena de Honduras opusieron gran resistencia durante la conquista de española Honduras y lucharon para evitar ser privados de su libertad.
Antes de la conquista este pueblo vivía desde la desembocadura del río Ulúa hasta las inmediaciones de Trujillo, haciendo de frontera hacia el interior del país (aproximadamente) lo que hoy son los límites norteños de los departamentos de Comayagua, Francisco Morazán y Olancho. El Valle de Sula era punto de reunión entre los mayas y tolupanes, cuya cultura era menos compleja que la de los mesoamericanos (los mayas) y típico de los pueblos centroamericanos (todos los que no eran mayas).
En ese entonces eran cazadores-recolectores, cultivaban yuca amarga y, comerciaban maíz y el cactus que produce la cochinilla, utilizaban canoas monóxilas para transportar sus productos comerciales.
A la llegadad e los espanoles su cacique era Cicumba, quien opuso resistencia a las fuerzas españolas dirigidas por Pedro de Alvarado en 1536 en la zona del río Ulúa y el valle de Sula. Luego de ser derrotada resistencia xicaque fue aprisionada junto al rey Cicumba, se les dejó morir por hambre. Las demás tribus restantes continuaron habitando sus poblados originarios.
Según parece, desde la antigüedad todos creían en un universo de espíritus y seres poderosos que gobiernan y dirigen el mundo de los seres vivos visibles. En la Montaña de la Flor se habla de Tomam Pones Papawi, el ser supremo que gobierna todo cuanto existe. Subordinados a él están sus dos hijos que dirigen el mundo de los seres vivos por medio de espíritus y seres intermedios.
Su religiosidad no está muy relacionada con los ciclos agrarios de siembra, crecimiento y muerte de las plantas, sino más con el mundo de los animales y sus espíritus protectores. Parece mucho menos elaborada que la de pueblos agrarios.
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