A veces al despertar, abro los ojos y siento ganas de volver a cerrarlos, pienso que debería seguir durmiendo, pues mi primer recuerdo es todo aquello que quedo en la jornada anterior.
El día antes acabó, sin saber que era lo que estaba pasando, solo sabias que no entendías nada de lo que ocurría.
Tenias un vacío, provocado por los acontecimientos que estaban sucediendo que te provocaban una serie de diferentes estados de humor, como si tú fueses parte de esa agua que cae por una altísima cascada, indefenso y abandonado a tu suerte, te sientes parte de ese vapor de agua que no acaba de caer contra el suelo, flotas recordando lo que te sucedió.
De repente descubres que hoy es un nuevo día y piensas en la ley de la atracción, piensas que lo mejor es que las cosas ocurran y que lo que tú quieres es que todo se arregle de la mejor forma posible.
Accionas un interruptor y cambias tu humor. Decides que hoy es otro día y que este nuevo día será mucho mejor, te levantas cantando una nueva versión, poniéndole una cara y una nueva letra, una letra positiva a ese gran problema del día anterior.
Parece mentira, pero de repente llevas unas horas trabajando y resulta que todo llega a una solución, lo que ayer se veía negro, ahora tiene otro color.
Tan solo con tu actitud positiva has cambiado todo aquello que te parecía lo peor, es la magia de la atracción, lo que pudiera parecer un milagro es una ley que pocos conocen.
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