domingo, 13 de junio de 2010

El lenguaje misterioso de los ojos

Dicen que los ojos son el reflejo del alma,  lo cierto es que con los ojos podemos expresar muchas cosas y esto se manifiesta cuando escuchamos  frases como:
Mirada dulce, mirada cálida, profunda, fría, ardiente, perdida, penetrante, ojos de lince, entrar por los ojos, comer con los ojos, clavar la mirada, el lenguaje misterioso de tus ojos, si tu mirada matara ... En fin, que algunos piensan que casi podemos hablar con los ojos, ya que distintos movimientos de los ojos se asocian con actitudes humanas, por ejemplo:
-mirar hacia abajo refleja modestia, respeto o sumisión.
-la mirada fija y sostenida puede significar agresión, amenaza o desafío.

El lugar hacia el que mira una persona indica su punto de atención.Un sujeto que es mirado insistentemente tiende a acelerar su ritmo cardíaco.La mirada puede significar también vigilancia, control, persecución. Puede a su vez ser una puerta de entrada a nuestro interior, pues nos hace sentir abiertos, expuestos, vulnerables como si pudieran adivinar nuestros pensamientos y deseos.

En una relación de pareja la mayoría de los encuentros comienzan con un contacto visual. En conversaciones sociales entre dos individuos que apenas se conocen, hay poco intercambio visual.

Algunos significados que guarda la mirada en la interrelación son:
-mirar al interlocutor mientras se escucha es señal de atención.
-mirar hacia otro lado puede significar: desinterés o mantener una opinión diferente.

Es halagador que el interlocutor se encuentre atento mientras hablas, demuestra interés. En cambio es perturbador que te mire mientras habla. El agrado lleva a mayor frecuencia de miradas y se mantienen por mas tiempo. La mirada fija o ignorar visualmente a alguien puede estar expresando hostilidad. Las personas predispuestas al contacto, tienden a mirar más; tanto como las manipuladoras o muy controladoras.

Por cierto el titulo de esta entrada, lo tome prestado de una canción cubana muy famosa, "Longina" que fue compuesta en 1918 por Manuel Corona en honor a una morena que conoció en casa de María Teresa Vera quien después se encargara de inmortalizar la canción. 

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